En el presente blog hemos hablado en varias ocasiones sobre las ventajas del aprendizaje de una segunda o tercera lengua para los más peques de la casa. Se trata sin lugar a dudas de aprovechar la receptividad y las capacidades cognitivas de las primeras edades para empezar a adquirir las competencias idiomáticas que redundarán en el beneficio del futuro adulto y que en un corto plazo de tiempo, otorga al infante mayores capacidades en su continuo proceso de aprendizaje y en su enriquecimiento cultural amén de mayores aptitudes personales.
Empero, en nuestro entorno cotidiano o fuera de la academia normalmente se dan situaciones para las que tenemos varias preguntas que nos gustarían que nos resolvieran en el momento. No en vano, de la teoría a la práctica suele haber un trecho bastante importante y más si cabe si lo que nos ocupa es trabajar nuevos idiomas con los más jóvenes y no somos bilingües o nativos en muchos de las casos. Así lo cual, en el presente post te traemos las respuestas más certeras para cuestiones muy frecuentes que se dan en el gran proyecto de educar a un niño bilingüe. ¡Toma nota!
1.¿Acabará por mezclar los idiomas que está aprendiendo? Podría darse con frecuencia situaciones de esta índole pero debemos dejar claro que no es lo mismo mezclar que utilizar vocabulario de otro idioma para resolver la duda que se está planteando. Por ejemplo, si realizamos un ejercicio de vocabulario y le preguntamos a nuestro hijo/a por cómo se dice en inglés “sol”, si éste no se acuerda del término en inglés, intentará contestar con lo que sí sabe en otra lengua. Este tipo de circunstancias suelen desaparecer a medida que los estudiantes van reforzando y adquiriendo su cancha de vocabulario.
2.¿No provocaremos confusión en nuestro hijo/a si le hablamos en dos idiomas? Se trata de una especie de cliché extendido que a la hora de la verdad resulta totalmente falso. A estas alturas varios estudios han demostrado que desde las primeras edades los niños son capaces de distinguir varias idiomas, incluso si son parecidas entre sí.
3.¿Con ver televisión en otro idioma ya estamos cumpliendo con la labor? En este caso es una de las tácticas a las que podemos recurrir pero siempre y cuando venga aparejada de una escucha natural y habitual en el seno del hogar. El motivo es que el aprendizaje efectivo se realiza cuando el estudiante se expone al idioma en distintos tipos de ámbitos.
4.¿Cuántos idiomas puede aprender mi hijo/a? Según recientes estudios, se demuestra que en según qué contextos, los más jóvenes de la casa pueden llegar a aprender con soltura tres o incluso cuatro lenguas. Claro está que estos últimos casos se dan en contextos muy específicos en los que se combina distinta procedencia idiomática de los progenitores y otra variable más en cuanto al entorno en el que se mueve el infante. Por lo general, en un entorno estándar donde los padres son por ejemplo hispanohablantes y el entorno es el español, lo más adecuado es que el infante asiente aparte de su lengua nativa una segunda legua, antes de introducirlo en una tercera lengua. Es decir, llevar a cabo el aprendizaje natural y sin agobios.
5.¿Debería hablar en inglés a mi hijo/a aunque yo no sea nativo/a? La respuesta en este caso es sí aunque nosotros mismos también estemos aprendiendo inglés y no tengamos un dominio perfecto del idioma. Incluso es una fuente de motivación para los infantes ver como sus progenitores también son protagonistas del proceso de aprendizaje en el idioma en cuestión. Con respecto al acento idóneo, se trata de que el niño/a vaya configurando la norma correcta apoyándose en las actividades realizadas en el ámbito académico.
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